miércoles, 1 de septiembre de 2010

Alicia Fail

Traté de entrar pero no pude.

Yo muy grande y la puerta muy chica.

La llave tenía un tamaño irrisorio, considerando el porte de la cerradura.

Busqué una botella y galletas, unos torpes letreros que dijeran “bébeme” o “cómeme”. Algo que me dejara modificar mi estatura, mi contextura. Algún cambio que me permitiera el paso. No había nada, ni sobre la mesa ni bajo de ella.

Ni migas, ni señales. Nada.

Al cabo de un rato, después de darme muchos cabezazos, me di cuenta de que no era Alicia. Que no había conejo blanco, ni reina de corazones y mucho menos, un gato risón. Que la puerta se quedaría cerrada y que las cosas seguirían funcionando de acuerdo a la lógica de este lado del espejo. Que esto era mero espejismo.

Me di cuenta de que sólo era yo, tratando de entrar a un lugar donde nunca cupe.

No hay comentarios: