miércoles, 24 de agosto de 2011

Carta Abierta: Sebastián Piñera


Sebastián:

No sé muy bien que le dirá la gente del segundo piso y no tengo nada personal con la señora María Luisa Brahm, pero da la impresión que ni usted ni sus pintosos asesores saben algo de cómo es la vida bajo la cota mil (es decir, más allá de Sanhatan, los postítulos en las casas de estudio más pirulas del primer mundo y la trayectoria de excelencia en las grandes empresas).

Sus chicos ni siquiera tuvieron el tino de entregarle, antes de asumir, un pendrive, donde le anticiparan el descontento (o al menos, incluir esa información en los dispositivos que le entregaron a los ministros). Mucha chaqueta roja, mucho cronómetro, mucho tea party, pero ninguna comisión técnica de los grupos Tantauco (porque existieron, ¿cierto?) le armó un power point explicándole las carencias que hay en educación, salud, vivienda, trabajo y un largo etcétera de ítemes.

¡Qué lástima!

Sí, Sebastián, sabemos que en gran parte la Concertación es responsable de este orden de cosas, que usted ha sido (el chorro) la gota que rebalsó el vaso. Pero, en serio, ¿de verdad no se da cuenta de lo que pasa?

Sebastián, usted dice que le causa dolor ver que mientras su gobierno y un grupo de chilenos bien nacidos luchan porque el país progrese, otros bolcheviques comunachos inútiles subversivos hippies de mierda luchen por paralizar el país.

Pero usted omite, o quizás ignora, que más duele la injusticia, que haya que endeudarse para lograr un cartón académico (que ni siquiera asegura una pega), que la salud sea una burla, al igual que el salario mínimo. Y qué decir de derechos reproductivos si una nace mujer, porque si tiene ovarios y pechugas, le van a pagar menos, la van a contratar con recelos y capaz que hasta la manoseen. Y si se le ocurre tener guagua, en su pega la van a mirar feo porque van a tener que reemplazarla durante el pre y el posnatal, porque el crío se le va a enfermar y usted se va a aprovechar de eso para dejar de producir.

Curiosa situación, considerando que en su sector varios nos ven como meras máquinas dispensadoras de mano de obra hijos.

La gente está chata, Sebastián y usted prometió que haría las cosas diferentes. Mejores. Con la eficiencia del sector privado, donde los que la llevan saben hacer las cosas. Por eso la gente que votó Piñera (usted sabe, yo, no. De seguro el monitoreador ya le contó) está molesta. Tiene rabia. No lo quieren ni a usted, ni a los suyos ni a la Concertación. Por eso sale a las calles.

Sabemos de su gusto por la historia y que, si se trata de usted, le gusta nivelar para arriba. Pero nunca nos imaginamos que en lugar de intentar ser como Augusto (no ése), usted iba a preferir emular a Nerón, apagando con bencina los incendios. ¿Qué es eso de que se podría aplicar la Ley de Seguridad Interior del Estado?

No me salga con la excusa de los disturbios y desmanes; mire que es bastante enojoso que las fuerzas policiales sean tan diestras en detener a adolescentes y tan lerdas a la hora de reducir a los encapuchados (aunque, claro, tal vez intentan evitar el fuego amigo).

Para explicárselo más didácticamente (y aprovechando que Violeta Parra está de moda): “El juraméntico jamás cumplídico / es el causántico del desconténtico./ Ni los obréricos / ni los raquíticos /tienen la cúlpita, señor fiscálico”.

Hágale caso a su señora, que anda pidiendo paz por Twitter.

Sebastián, usted es un hombre mediático y debería fijarse como nos están viendo afuera. En menos de un año pasó del héroe del chilean way por el rescate de los mineros (que siguen pobres, enfermos y cesantes tras el incidente en San José) a un mandatario con problemas para conectar con las necesidades reales de la gente y que recurre a los modales de la ultra vieja forma de gobernar: la represión.

No por nada en el domingo le cambiaron la letra a “Adiós, General”. Cantaban “Adiós, Sebastián”.

Atte.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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