miércoles, 7 de septiembre de 2011

Dejar partir

UNO: Este post está algo inspirado en los sucesos del viernes en el archipiélago de Juan Fernández. Y conste que aunque por pega me tocó cubrir estas muertes el sábado, he visto con harta distancia los hechos. He guardado un prudente silencio, fundamentalmente por respeto a quienes de veras están sufriendo estas muertes. Quién soy yo para opinar livianamente de un dolor ajeno. Y si bien creo que a este hecho -al igual que los episodios de Antuco y la reacción de las FF.AA. en el tsunami de 2010- hay que darle una segunda vuelta, ésta no es la ocasión. Queda pendiente.

DOS: Este post se llama dejar partir. Cosa difícil, considerando que sólo cuatro familias lograron recuperar los cuerpos de sus seres queridos y que cada día que pasa, se hace más complicado que los otros grupos familiares logren hacerlo. Es demasiado triste: nadie imagina un final así para alguien que ama. O para alguien que amó. Pero también porque los cuerpos desaparecidos parecen el karma de Chile, a ver si me disculpa la figura esotérica.

TRES: Pucha que duele la muerte. Y los muertos que uno quiere no dejan de morir. A mí se me murió mi mamá el 2006, hecho del que he hablado bastante acá. A veces ocurre que su ausencia pesa mucho, llego hasta fantasear con un abrazo o un consejo imposible. Pero también es cierto que a 5 años de su muerte, el dolor se atenúa y se empieza a aceptar su ausencia. Eso sí, hay que transitar un camino largo -con cuestionamientos, llantos, pesares, rabias, incluidos. Es duro el proceso de dejarlos partir para que se queden para siempre dentro de uno.

CUATRO: A veces hay que dejar partir a los vivos.

CINCO: Dejarlos partir, porque uno quiere que se queden “tan lejos como el dolor”. Que se vayan para olvidarlos. Para no odiarlos. Para que se conviertan en fantasmas, aunque una sepa que son de ese tipo de aparecidos que te puedes encontrar en el metro, en el parque, en el super, en un bar cualquiera. Dejarlos partir, para que si alguna vez ocurre un encuentro fortuito con esos espectros, ya hayan perdido su capacidad para generar desazón, rabia o dolor.

SEIS: Creo que no estaría hablando de esto si no hubiese visto en Twitter estas imágenes.


SIETE: Eso sería.

No hay comentarios: