Dicen
que lo del niño Anfruss marcó a toda una generación. Los que vivieron su
infancia en los años negros de la dictadura. Hoy Rodrigo tendría cerca de 38 años,
pero quedó eternizado en una foto –quizás blanco y negro, quizás sepia-, que lo
muestra de perfil, risueño y con peinado de principito.
Tenía
seis años cuando desapareció y su caso causó conmoción nacional, en un Chile
acostumbrado a mirar para el lado cuando se trataba de historias de desapariciones. Con Rodrigo
imposible desentenderse, porque ¿qué podría haber hecho para merecerlo?.
El
niño Anfruss apareció once días después, muerto. Asesinado.
Este
miércoles, sus restos
fueron exhumados, en un nuevo intento por esclarecer su asesinato. Su
familia ha intentado por 32 años esclarecer esta causa, en la que también se
vio envuelto un chico de entonces 16 años, PPV, sindicado como el autor del
asesinato. Hoy, su defensa asegura que PPV
fue brutalmente torturado para obtener la confesión que lo inculpó, sin que
los tribunales hayan considerado mucho este antecedente.
Informes
periciales también indican que Rodrigo fue torturado por sus captores, por eso,
el Consejo de Defensa del Estado solicitó la exhumación de los restos, trámite
que se concretó a primera hora de este miércoles.
Treinta
y dos años después del caso Anfruss, el adolescente de 16 años Manuel Gutiérrez
Reinoso cayó abatido la noche del 26 de agosto, durante las horas finales del
paro nacional de la CUT. El
chico cursaba la enseñanza media, participaba activamente en la Iglesia Metodista
de su barrio y tuvo la mala ocurrencia de ir a ver las protestas como quien va a ver la pichanga de la esquina.
Su
hermano, Gerson, acompañó al menor esa noche y aseguró que “yo
vi disparar a los carabineros y no soy el único testigo”.
La
institución salió a desestimar
rápidamente las declaraciones, pese a que no se esperó la realización de un
sumario interno. Dos días después, y ante la evidencia recopilada por el
Ministerio Público, el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter salió a
informar la
baja del sargento segundo Miguel
Millacura Cárcamo, quien admitió que ejecutó dos tiros al aire en las
inmediaciones donde fue impactado el joven, lo que intentó esconder. Otros
efectivos corrieron la misma suerte, al igual que con el general Sergio Gajardo,
quien descartó investigar los hechos.
El
entonces general director de Carabineros, Eduardo Gordon, permaneció en su
cargo, aunque salió semanas después, tras verse involucrado en denuncias de tráfico
de influencias, aunque se argumentó motivos médicos.
Millacura,
la hebra más delgada de esta trama, pasó a ser procesado por la (in)justicia
militar, la misma que este jueves decidió otorgar la libertad al ex
cabo, confirmando de paso las suspicacias
de la familia de Manuel.
El argumento: el tribunal consideró que los dos meses que el ex uniformado estuvo preso fueron suficientes y por eso, deberá esperar en libertad el resto del proceso que se instruye en su contra.
El argumento: el tribunal consideró que los dos meses que el ex uniformado estuvo preso fueron suficientes y por eso, deberá esperar en libertad el resto del proceso que se instruye en su contra.
Treinta
y dos años y todo es tan igual. Tan, tan, tan desoladoramente igual. Tanto dolor
y tan mínimas que se ven las posibilidades de hacer justicia, que los
responsables de truncar estas vidas paguen algo, un mínimo castigo siquiera. Treinta
y dos años, dos niños asesinados que tal vez le dan la razón a Úrsula Iguarán: que
los años no avanzan, que la vida da vuelta en círculos. Que quizás la injusticia,
la desigualdad y la impunidad son la cola de puerco que debe cargar Chile, la
evidencia de todas las taras que nos aquejan.
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