martes, 8 de noviembre de 2011

Carta Abierta: Pilar Sordo

Querida Pilar: 

¡Linda, maravillosa, amorosa! Qué rico que la vida me da la oportunidad de escribirte estas sentidas, profundas e inspiradas palabras, para agradecerte por todos tus consejos y tu sabia mirada. Ay, Pili, sorry si te trato como amigui, pero es que al leer tus insuperables columnas, ya te siento como tal. 

Sinceramente, yo creo que como país, nos hacen falta más mujeres así. Asertivas, empáticas, profundas y simples a la vez. Resilientes, que saben resistir con fuerza ante los ataques injustos de tanto ser poco evolucionado y envidioso.

Nadie como tú para enrostrarles a esos mimados estudiantes que lo que Chile quiere es paz y no una tropa de energúmenos protestando por las calles. Qué sabiduría les falta para entender lo que tan adecuadamente planteas: “porque si estoy enojado, nos escuchan, nos respetan y nos validan. Por eso funcionan las protestas porque es la emoción de la rabia la que es escuchada (...) Además hemos generado una sociedad solamente basada en los derechos, con creo conciencia de deberes y donde la pregunta de ¿Qué entrego yo para que esto mejore? No se escucha en ninguna parte.” 

Toda la razón, Pili, brillante como siempre.  Clap, clap, clap. Como tu intervención en el Buenos Días a Todos, cuando relacionaste la tragedia de Juan Fernández con lo inadecuado del movimiento estudiantil, asegurando que esa semana cambiamos el tema de conversación de las molotovs a las lágimas.

Incluso, no comprendo a esa tropa de antipáticos que acusa que tras el dueto que conformaste con Coco Legrand, el humorista se puso fome. Como si no hubiera estado ya lo bastante sobre valorado y repetido el pobre…

Pero vamos al grano. Mi motivo para escribirte es que yo sé que el país te preocupa, que te duele y te genera dolor, aunque en algún minuto hayas rechazado integrarte al Gobierno-de-los-Mejores. Sé que debes estar tan inquieta ante lo que pasa en nuestro país y yo creo, sinceramente, que deberías tomar tus libritos, partir a La Moneda y hablar con el Presidente. Enseñarle a desarrollar paciencia, a cómo explicarle a los energúmenos que reclaman cosas que a veces se puede y otras no; a enseñarle a los ministros a soportar el bullying de los malagradecidos. 


Y quizás, si el gabinete entero se lee "Lecciones de Seducción", capaz que la administración Piñera y el jefe de estado suban aunque sea un poco más que el error muestral.


Esperando confianda en tu providencial intervención, se despide atentamente, una admiradora que te admira.


 PS: Te confieso que hasta hoy me arrepiento de no haber comprado tu libro cuando me compré esos calzones en el Ripley. Pensar que con sólo agregar tres chauchas más, hubiera enriquecido mi clóset y mi biblioteca. Y ahora sería una sex simbol femme fatale y  no otra trola más. 

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