viernes, 25 de marzo de 2011

Carta abierta: Rodrigo Hinzpeter


Elliot Ness

Gran Hermano

Ministro:


Sabemos que su pega es difícil. Que no debe ser nada fácil lidiar con la personalidad, las ansias de figuración y los piñerismos de su jefe; con la burocracia endémica de la cosa pública (de seguro llega a soñar de nostalgia por la eficiencia del mundo privado, ¿cierto?); con la posibilidad de que un temblor pase de mediana intensidad a cataclismo y le eche abajo la Onemis y el país, que tanto trabajo ha costado reconstruir por completo desde el 27-F.

Sabemos también que hace su mejor esfuerzo para que las páginas de los libros de historia lo recuerden como un estadista de tomo y lomo (y de paso pavimentar su camino a La Moneda, si es que el aparecido de Laurence Golborne no le gana la jugada).

Se sabe que usted aspira a ser el Antonio Varas del Presidente Piñera (igual, yo le recomendaría otro referente, no ve que el citado ni siquiera llegó a ser candidato. Apenas le alcanzó para nominar una calle y un salón en La Moneda, más encima a medias con el jefe).

Sabemos también que ha debido ayudarse para sacarse un siete en la tarea, usando algo más que placebos para lograrlo. Yo lo entiendo, Rodrigo. Permítame ser confianzuda y contarle que yo también he tenido problemas para conciliar el sueño. Y si bien no he llegado a “caramelos” como el ravotril, sí he recurrido al armonyl, el agüita de las carmelitas, el melipass y hasta aceite aromático de lavanda. No para beberlo, ministro, sino que para hacerme masajitos.

La confidencia –que de seguro debe saberla, pese a que no me sigue en Twitter (pero sabemos que en Chile no se escribe ni un solo tuit sin que usted lo sepa)- es para decirle que lo entiendo.

Sin embargo, Rodrigo, no crea que la empatía me alcanza para tanto. Cuando usted dice, a la hora del matinal, que “asesinar a un policía, aunque suene duro, es más grave que asesinar a un ciudadano común y corriente en el orden de sociedad que nosotros nos hemos dado”, uno no puede evitar indignarse.

¿Cómo es posible eso? ¿No se supone que la “Constitución” (jajajajaja) establece que todos somos iguales ante la ley (jajajajajajajaja)? ¿Acaso no bastan las desigualdades en todo ámbito de la vida nacional, para que además la muerte de cualquiera de nosotros le importe menos al estado que la de un detective? Siguiendo con esa lógica: ¿la vida de un paco raso vale menos que la de un general? Y si matan, al mismo tiempo, a un general y a un ministro, ¿para qué lado se inclina la balanza?

En esta misma dinámica, ¿no debieran ser más graves los delitos cometidos por los policías que por los ciudadanos ordinarios como una? Entonces, ¿por qué el carabinero que mató a Matías Catrileo sólo fue condenado a tres años de prisión, más encima con beneficios? Y a Llaintul le caen 15 años por homicidio frustrado del fiscal Mario Elgueta y 10 por robo con intimidación. Como que algo no calza, ¿vio?

En todo caso, sabemos que estos no han sido sus únicos patinazos. Hace poquito, en enero, les tiró la ley de seguridad interior a los ateridos magallánicos, que reclamaban por el alza en el precio del gas. Anuncio hecho en la antesala del viaje de Golborne, a Punta Arenas, por cierto.

Está también el caso del joven paquistaní Mohamed Saif Ur Rehman Khan, quien fue detenido y acusado de portar supuestas "trazas de explosivos" en una visita a la embajada estadounidense. Después de meses en prisión, el ciudadano fue liberado de los cargos, pese a usted aseguró que habían indicios poderosos de que el joven era un caso preocupante.

O cómo olvidar su uso selectivo de Google: mientras que nunca se enteró de que uno de sus flamantes gobernadores era amigui de Paul Schaefer; al diputado PS Fidel Espinoza lo increpó a partir de información sacada del buscador, por lo que debió luego pedir disculpas.

O la advertencia a Fernando Paulsen, respecto a que está atento a todos los tuits que nos mandamos. ¿Usted leyó a Orwell, cierto?

Y para qué vamos a hablar del discurso de la puerta giratoria que mantuvo hasta algunas matizó hace algunas semanas, cuando con el ministro de Justicia, Felipe Bulnes, anunciaron indultos para presidiarios. (¿Los indultados harán taco para trancar la puerta giratoria, cierto? Porque así podrían aprovechar de contarlos como empleos y llegar al millón prometido).

Ay, Rodrigo. Inhale, exhale; inhale, exhale; inhale, exhale. Cuente hasta diez, o cien, o mil; reflexione antes de decir cosas y, sobre todo, tomar decisiones. Mire que se acerca el Día del Joven Combatiente y ya lo veo salir con alguna chambonada, como que no se mueve ninguna hoja sin que lo sepa, o que esto es la guerra, señores. O que van a recurrir a un ejército de droids para combatir a la delincuencia y que que la fuerza los acompañe. ¿No ve que eso no calza del todo con la nueva derecha que quiere vender impulsar?

Atentamente, su correligionaria en el insomnio.

PS: No crea que comploto, ¿bueno?