Querido Andrés:
Créame si le digo que me sorprendieron sus palabras hoy, ante la prensa extranjera,
sobre el movimiento estudiantil. Entiendo que hoy les prestó ropa a esos
violentistas, asegurando que las demandas de los estudiantes “llegan en un
momento de nuestro país extraordinariamente interesante, atractivo, dinámico”.
Además, entiendo que afirmó que se trata de “una participación muy activa del mundo
juvenil, expresada en el movimiento estudiantil como no habíamos tenido quizás
desde más de 40 años. Pero es un movimiento juvenil muy fuerte, muy poderoso,
con una causa que la han sabido expresar en forma muy potente, y que a
diferencia de lo que ha ocurrido con otros movimientos estudiantiles que hubo a
lo largo de nuestra historia, este movimiento levantó una causa que tiene un
respaldo social muy fuerte.".
¿Qué pasó, Andrés? ¿Lo puso en aprietos su corazoncito Mapu?
¿Las ganas de dejar bien al país ante los corresponsales extranjeros, luego de la intromisión de la alta comisionada adjunta de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, Kyung-wha Kang? ¿Le
convidó algo el hijo de Lily (¡no le acepte nada a ese cabro!)?
Créame que no entiendo, ministro. Porque le podemos aguantar
esas cosas a su hermana María Teresa, que le salió hippie y socialista, pero no a un hombre como
usted.
Verá: una de las cosas que le agradecemos es que usted sea
de los de la mano dura, forme parte de esa gente de bien que le hace falta a
Chile. Con un pasado que da cuenta de su coherencia ideológica y del respeto a
las instituciones; no como su primo, que tiene tejado de vidrio y que se puede
dar el lujo de decir en la ONU
que los estudiantes tienen una causa noble, hermosa y fecunda.
Mire, Andrés: tiene que entender que nosotros preferimos a
la autoridad de la mano dura, al coronel, al leal amigo de Jaime. Al que salvó
la vocería de gobierno de la inocente de la Ena.
Al que emplaza a los jueces a hacer bien su pega y aplicar el
máximo rigor con los violentistas, encapuchados y ultrones que no nos dejan vivir tranquilos. Al tipo
sensato que está seguro que el país no resistirá cambios y que se siente a (u)
gusto con el modelo político, económico y social heredado de mi general, como
tan sabiamente lo expresa el diputado Alberto Cardemil.
Espero, por el bien del país, que usted vuelva a su línea de
reprim…, digo, mano dura, para que Chile no se transforme en el paraíso de
los delincuentes.
Atte.
PS: Encause a su primo, oiga.
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